Se nota cuando estoy acompañada y cuando estoy sola o cuando estoy haciendo algo y cuando no, porque cuando no hay nadie o nada que me mantenga ocupada me vuelve a comer el guarro. Vuelvo a pararme a reflexionar y a intentar sacar algo en claro de mis intenciones, pero sigo encontrando lo mismo -un borrón de ideas totalmente confusas.
Sentarse a ver si pasa la respuesta montada en bicicleta delante de mis narices es una productiva forma de perder el tiempo, pero la dejadez y la desgana que tanto me identifican no ayudan a cambiar las cosas. Saber que el tiempo corre y tengo que decidir qué hacer me provoca una sensación de asfixia algo incómoda y peor aún, constante.
Las decisiones importantes son las que más cuestan de tomar y si has crecido acompañada de una indecisión desmesurada, cuestan mucho más. El agotamiento mental es considerablemente mayor si vacilas a cada paso que das. Será cuestión de tiempo (sin olvidar la culpa del agotamiento) que acabe metiendo el pie en un "bujero" y me dé de bruces contra el suelo, el cansancio reduce mis 5 sentidos a 0.
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