lunes, 31 de mayo de 2010

Habría una vez...

Año 2030. La comida se sirve en sobre, los árboles son de mármol y cartón piedra, los edificios más bajos tienen 12 pisos, los coches usan electricidad para moverse, la temperatura media es de 40 grados, los informativos dejaron de existir hace mucho tiempo, ya nadie usa libros, los mendigos son recogidos de las calles y encerrados en "mendigueras", las naves industriales fueron iglesias en su día, toda obra de arte no sobrepasa los límites de la pantalla, los animales de compañía necesitan batería para darnos conversación, escritores, poetas y románticos mendigan por un trozo de pan...

Año 2030 ¿Serías capaz de recordar quién fui? ¿Te acordarías de mi forma de caminar, de reír o de acercarme a ti? ¿Reconocerías mi perfume? ¿Te reirías al pensar en la primera vez?
¿Podría yo reconocer algún lugar como nuestro? ¿Buscaría parecido alguno a ti en desconocidos? ¿Encontraría pistas que me llevasen hasta ti? ¿Podría imaginarme el tacto de esa cicatriz o el olor de tu pelo sin lamentarme?

¿Podría seguir intentando respirar sabiendo que habría dejado de hacerlo?

No lo creo.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Que me parta un rayo si te vuelvo a ver.

Como meter los dedos en el enchufe, caerse de bruces contra el suelo, rodar escaleras abajo.
Como una meningitis, un cólico nefrítco, una gastroentritis, una piedra en el riñón.
Como que te insulte tu mejor amigo, que una amiga ligue con tu chico o que no te inviten a chupitos.
Como torcerse un tobillo, romperse un brazo, que te saquen una muela.
Como perder el tren por segundos, perseguir el último autobús de la noche, pasar 2 horas en un atasco sin tabaco.
Como un pellizco en el culo, una patada en la tripa, un bofetón con la mano abierta, un dedo en un ojo o una colleja que provoca minusvalía.

Es posible sentir todo eso sin sufrirlo gracias a un recuerdo doloroso. Pero, ya sean buenos o malos, son los recuerdos los que nos permiten saber que un día estuvimos vivos y que aún seguimos estándolo.

martes, 25 de mayo de 2010

Adaptación al mundo real.

No hay nada más despreciable y vulgar que el puro conformismo. Siempre desde una postura contemplativa, siempre admirando la humildad del que consigue lo que quiere o envidiando la suerte del que encuentra lo que busca. Y ni siquiera esa envidia es capaz de despertar inquietud alguna en el cerebro dormido de quien se amolda a un mundo que le rodea y que, aunque le divierta en su mayoría, no le llena en su totalidad.

No somos conscientes de que el rumbo que toman las cosas varía hasta que el resultado es muy diferente del que esperábamos; el porvenir, una relación, nuevas experiencias, el orgullo de unos padres, un trabajo, el vínculo que une con un antiguo amigo...
La falta de iniciativa, la ausencia de orden y el caos que provoca una ambición que no tiene función confunden al que está perdido.
Es el conformismo el que priva de sentido común al que no quiere admitir esos cambios. O al que, por el contrario, espera que esos cambios traigan de vuelta lo que tuvo, ayuden a ganar lo que quiere o impulse a ser lo que espera ser.

Es el conformismo lo que nos hace dependientes de los demás.

viernes, 21 de mayo de 2010

A bailar con la orquesta del pueblo.

Tengo que admitir que el tema que ocupa hoy mi entrada quizá sea un poco inesperado, tardío y salido del contexto "ego-filosófico-pesimista" que suele definir a mi blog. Pero tengo que hablar del tema porque si no reviento.

¿Cómo es posible que Belén Esteban, fenómeno sociológico... por "derecho" y no por sus habilidades en la buena expresión y gran cultura, gane en un concurso de baile cuando lo único que ha bailado en su chabacana (y quizás ya demasiado larga) vida la Macarena?
¿Cómo es posible que compita en una final de baile con Edurne, ex triunfita y cantante de éxito no sólo por su voz, sino por sus curvitas y sus bailes?

Lo cierto es que no suelo seguir este tipo de programas y no suelo hacerme fan de nadie que se gane el éxito a costa de airear los trapos sucios de los demás, pero lo cierto es que este fenómeno llamado Belén me llama mucho la atención. Reconozco que no puedo evitar encender la televisión y cambiar de canal cuando me encuentro un programa rosa, pero si aparece "la Esteban", involuntariamente me quedo pegada al sofá y espero con ilusión un berrido, una contestación o un insulto que salga por esa inocente boquita y me revuelva las tripas.

Una cosa es eso y otra cosa es que traspase su papel del mundo del corazón y del espectáculo, que tanto le da de comer, al mundo del baile (y esperemos que no se anime a cantar también) dónde pasa por encima de los demás sin ritmo y movimiento.

Si, como dice ella, ha ganado porque le gusta al público y no por como baila... que se apunte a Gran Hermano.



Aquí dejo algunos vídeos que hablan por sí solos.







sábado, 15 de mayo de 2010

15 de Mayo

Sin decir nada está todo dicho.

viernes, 7 de mayo de 2010

Esto no es una canción de amor, es una cagada.

He dejado escapar muchísimas oportunidades por no meterme en terreno vedado o donde no me llaman. He gritado al cielo esperando que el viento se llevase palabras sin sentido y alguien se lo diera. He rezado y venerado a incontables dioses y a un único dios en busca de respuestas. He dejado de creer en ellos por permitir mi aislamiento en busca de razones que ni siquiera comprendo. He llorado en una habitación a oscuras buscando a tientas la mano que me protegía. He visto atardecer desde el mismo banco una y otra vez. He estado a punto de morir ahogada con una carcajada después de una semana sin reírme. He perseguido a un desconocido por creer reconocer un gesto. He llegado a taparme los ojos viendo mi película favorita por convertirse el algo empalagoso e irreconocible. He roto espejos con la rabia que despertaba una mirada que me trasladaba tiempo atrás. He llegado a querer y odiar al mismo tiempo, y a niveles tan altos que cortaba la respiración. He llegado a añorar de tal forma que dolía el pecho. He hablado sin pensar en las consecuencias y el daño que pudiesen causar mis formas. He alcanzado todos los límites...
Y los he sobrepasado.