miércoles, 24 de febrero de 2010

¿Hay algo que repita más que el ajo?

A continuación, una pequeña "tesis", o mejor dicho, exposición -no le demos más importancia de la que se merece- sobre el comportamiento humano y su repetitiva respuesta ante agentes externos.
Esto no pretende ir más allá de las meras suposiciones y parafernalias sin mucha idea sobre el tema que se ha formado mi mente durante la noche y han salido a la luz con el cálido reflejo del sol en mi ventana.


Pues bien, dejando a un lado esta pequeña introducción, quiero aclarar que al decir que nuestras respuestas son siempre -o casi siempre- predecibles me refiero a que son siempre -o casi siempre- iguales ante todas -o casi todas- las situaciones que se nos presentan.
Una vez dicho esto, toca decir que el comportamiento humano está definido, en su mayor parte, por respuestas ante el medio. Y aún teniendo en cuenta otros factores; como la importancia de la situación, el peligro que pueda presentar o el ámbito en el que se encuentran, los protagonistas de la acción actuarán de manera similar un martes, un miércoles y un sábado (si su estado de salud mental limitado por sustancias legales y no tan legales lo permiten).


Y resolviendo las incógnitas de esta imposible ecuación* (por ponerle un nombre) que me acabo de inventar llegamos a la fácil solución;


Estímulo + Situación = Respuesta X (predecible) -> Comportamiento (predecible).


Es decir, si respondemos igual a una situación que se repite un martes, un jueves o un sábado -si nos lo permiten las sustancias legales y no tan legales- nuestro comportamiento es igual los siete días de la semana, es decir, nuestro comportamiento es predecible.


*Para los que sepan de matemáticas y derivados: como lleva una X ya es una ecuación, ¿no?




Para finalizar, puntualizar que no soy psicóloga, ni psiquiatra, ni antropóloga, ni socióloga... ni nada de gran índole que otorgue esa distinción que queda reflejada en un papel, un sello o en la firma del Rey. Así que esta idea, como ya he dicho en un principio no va más allá de suposiciones, basadas en su mayoría en la propia experiencia... Pero qué digo, si ni siquiera soy una buena observadora, ni retengo la información durante más de media hora; no se de qué manga me lo he sacado. Intervención "divina", supongo.


¿Hay algo que repita más que el ajo? Sí, estas entradas sin sentido ni criterio. Muy cuidadas, sí, pero sin sentido ni criterio.



Buenos días, mis pequeños.
Os dejo con Hot Chip, que van al SOS. Muy gratuito.



martes, 9 de febrero de 2010

De cómo ardieron tus fotografías.

Por mucho que rezase, por mucho que suplicase, por mucho que llorase, jamás volvería a verla, ni a tropezarse con ella en el metro, ni a oír su nombre en bocas amigas. Le hizo prometer que no la buscaría y le aseguró que no habría motivos para hacerlo.



Como un perro apaleado, siempre volvía a él y le lamía la mano para conformarse con una simple y leve caricia.
Como un trapo se dejaba frotar sabiendo que después acabaría en el cajón de la limpieza junto a la lejía y el ambientador con olor a pino que tanto detestaba.

Muchas fueron las noches en que se retorcía de dolor entre las sábanas si pensaba en él... por miedo a perderle, por miedo a perderse ella.
Como una cucaracha, corría a esconderse cuando temía ser aplastada por su enorme pie. Pero nunca acabaría con su vida; antes que eso, la cucaracha sacaría el arma nuclear que escondía bajo su chaqueta y lo neutralizaría.

Cada día perdía el tiempo en hacerle ver la situación de emergencia en la que se encontraban, pero como casi todo lo que intentaba decirle; le entraba por un oído y le salía por otro, le restaba importancia, se la quitaba por completo o se hacía el loco y la hacía parecer una completa idiota, haciéndole creer que era una paranoica, psicótica y neurótica aburrida con una imaginación y creatividad infinitas.

Se aficionó a las tertulias vespertinas de la prensa rosa que no entendía por lo absurdas que se le antojaban y encontró consuelo en el chocolate, convirtiéndolo en el amante perfecto.

Pero ¿qué se le va a hacer? Les gustaba jugar al desgaste y forzar la paciencia alcanzando los límites establecidos por la lógica humana.



A pesar de todo esto y de la ficción que parece representar, su recuerdo sigue persiguiéndola. Y como una sombra pegada a sus pies se encarga disimuladamente de no ser olvidado mientras sigue caminando sin rumbo fijo.
Y ese recuerdo es tan, tan, tan odioso que se le acaban las palabras a la hora de describirlo y terminar este texto con cierto estilo.



miércoles, 3 de febrero de 2010

Loviu.

Al borde del paro cardiaco o con un pulso sobradamente sosegado. Así se suceden mís días en los últimos meses.
La ilusión, a la par que un pequeño e interminente vacío y alguna que otra duda están muy presentes en mi vida.
Manos frías, uñas comidas y descoloridas, incapacidad para andar erguida y alguna que otra herida de guerra no son más que síntomas o secuelas de una enfermedad que me persigue desde hace años... la desgana. Una inoportuna desgana que siempre aparece por la puerta cuando menos me la espero.


Ni la música, ni la lectura, ni la caja tonta son capaces de evadirme y sacarme del agujero en el que caigo muy a menudo.
Puede ser la distancia que separa dos puntos en la tierra, puede ser el no tener prácticamente nada que hacer, puede ser aburrimiento o diversión en exceso, puede ser culpa de eso que llaman melancolía, puede ser pura ambición o falta de iniciativa, pueden ser limitaciones, puede ser cosa del ego... Pero prefiero quedarme con la necesidad de acabar con esa distancia... al menos una vez por semana.