lunes, 23 de agosto de 2010

¿Continuará?

Cuando menos te lo esperas... Llega. Siempre hay un antes y un después, un punto de inflexión en la vida que nos hace verlo todo de otra forma. Puede aparecer con diferente nombre o color . Puede ser una persona, un acontecimiento, un momento concreto, un lugar, una canción, el eslogan de un anuncio, nosotros mismos o un batido de todas de todas estas cosas.

No voy a decir que me he convertido en mejor o peor persona, que he madurado o he vuelto a los quince, ni que he descubierto el secreto de la felicidad y la paz interior. Y si lo he hecho, he sido tan idiota de no darme cuenta. Tampoco diré que he sido visitada por fantasmas del pasado, ni que nadie del futuro me ha adelantado qué será lo que acabe conmigo. Y no, no he sido captada por ninguna secta satánica, ni el Karma me ha devuelto el favor y mucho menos me ha tocado la lotería.
No creo que os interese cómo me ha ido la Vacación, ni lo que he hecho o he dejado de hacer, ni con quién he estado o he dejado de estar. Al igual que me imagino que no es de gran interés público, aunque quizás sirva como entretenimiento, lo que me pase por la cabeza en cada momento y a cada paso que doy.

Es por eso que, dejando las florituras a un lado y sin haberlo meditado demasiado, dejo de escribir en este blog.

miércoles, 7 de julio de 2010

Nuestra absurda existencia

Aunque hagamos lo imposible por no reconocerlo, es inevitable pensar en el por qué de las cosas.

Es desconfiar, dudar de una palabra amiga, tragarse una milonga o contar una mentirijilla.
Es la conciencia intranquila, el ser más irascible cada día, el estar siempre alerta o estar en Babia.
Es el vacío, la sensación de tristeza, el haber hecho lo correcto o elegir la vía rápida.
Es el sentirse idiota, el no esperar nada... O esperarlo todo.
Es el imaginarse solo, el exceso de calor humano, el aprecio por la buena compañía o el mal sabor de boca de una resaca.
Es la curiosidad, las ganas de experimentar, el no hacer esfuerzos, el afán de saber, el tener algo de qué hablar.
Es la memoria, el recuerdo o el deseo de olvidar.
Es el instinto protector, el de supervivencia, el miedo a lo desconocido, la seguridad de lo cercano, las ganas de correr hacia un punto lejano.
Es un corazón roto, es soñar despierto, es gritar de rabia, reír sin motivo, es querer demasiado, es fingir.


¿Y aún te preguntas que haces aquí?

viernes, 2 de julio de 2010

No me pises que llevo chanclas

Porque la madre de todas las ciencias no es la paciencia, sino la experiencia. Sabemos que la letra con sangre entra, y aprendemos más a base de palos que a base de caramelos. Queriendo o no, cada día somos más conocedores de nosotros mismos y con los años aprendemos a controlarnos y a controlar a los demás. Porque es tonto el que busca las cosquillas del que no tiene y listo el que huye de ellas cuando las ve venir.

Todos, y digo todos, somos supersticiosos, pero la mayoría prefiere llamarlo fe, miedo o ilusión. A veces uno se pasa de listo y otras veces se queda demasiado corto.

Frases hechas; la mayoría mal formuladas, expresadas mal, pronto y rápido inducen a error y confunden a cualquiera. "Cada uno está donde debe estar" no dice mucho de la naturaleza humana y su gran poder y superioridad ante el resto de los seres vivos, "Cada uno está donde quiere estar" sería más correcto.
No hay un destino, ni un karma, ni nada que se le parezca, pero nos divierte pensar en ello, nos da una razón sobre la que fundamentar las cosas y de la que sacar argumentos cuando queremos excusarnos o explicar algo. Somos dueños de nuestros actos y por ello somos la causa y el fin de todo lo que nos sucede.


viernes, 11 de junio de 2010

A la deriva

Viernes por la mañana, no sale el sol a primera hora... mala señal, piensa. Con extraña mueca en la cara toma el primer sorbo de café, acompañado de otro, y otro, y otro... Dios, que malo está, ojalá no lo necesitase tan cargado. En el espejo no se ve a nadie peinándose o escondiendo ojeras, hace tiempo que abandonó no sólo su imagen a la suerte, aunque no estuviera de su parte. Sale a la calle, ataviada con el jersey más grueso que ha encontrado en el armario, tiene pinta de que va a hacer frío.

Llega a la estación de tren, sale el sol más radiante que nunca, y en vez de alegrarse, se lamenta por no saber que hacer con tanto abrigo... A los minutos vuelve a taparlo una nube que no parece que quiera dejar de hacerlo en lo que queda de día, pero tampoco siente alivio por volver a encontrarle utilidad a su jersey de H&M.
Corre para coger sitio en el tren, echándole una carrera a un señor que parece luchar más por respirar que por coger un buen asiento. Lleva un libro en el bolso y una revista en la carpeta, pero una vez más, se queda mirando por la ventana.

Ya en la calle, y después de andar no pocos metros, llega a la puerta de la escuela y recuerda que tiene un paquete de tabaco en el bolso y que esta mañana no le ha dado ningún uso. No le apetece fumar, pero se enciende un cigarrillo, la hace más interesante. En la puerta, el jovencísimo profesor se toma un sándwich. Apoyada en una furgoneta blanca, hace como que no le ha visto y adopta una postura que le da aún más interés a su presencia.
Termina la clase y sabe que es el último día, pero no muestra ni júbilo ni tiene pinta de echarse a llorar. Sin más se despide de sus compañeros con un "¡encantada!" a tres metros de la puerta. Le duelen los pies, así que coge el metro para ir a Cercanías.

Al abrir la puerta de casa, su perra corre desesperadamente hacia la entrada y cuando ve quién es se detiene en mitad del pasillo y con un leve movimiento de cola y una especie de guiño se va por donde ha venido. Lo cierto es que aunque siempre se hubiera quejado de que se le echase encima y le arañase hasta los párpados, ahora le parecía extraño que no lo hiciese.

Tumbada en una postura inhumana y aparentemente incómoda, mira fijamente la televisión pero sin atender al contenido. Con una pierna dormida, sigue observando distraídamente la pantalla en esa extraña posición. No parece mostrar interés por nada, igual que no cree despertar interés en nadie. Aunque, a decir verdad, nunca encontró inconveniente en ello... hasta hoy.

Va llegando la hora de salir y se hace tarde. Vámonos de fiezsta.

Así es como vi el último atardecer granadino.

lunes, 31 de mayo de 2010

Habría una vez...

Año 2030. La comida se sirve en sobre, los árboles son de mármol y cartón piedra, los edificios más bajos tienen 12 pisos, los coches usan electricidad para moverse, la temperatura media es de 40 grados, los informativos dejaron de existir hace mucho tiempo, ya nadie usa libros, los mendigos son recogidos de las calles y encerrados en "mendigueras", las naves industriales fueron iglesias en su día, toda obra de arte no sobrepasa los límites de la pantalla, los animales de compañía necesitan batería para darnos conversación, escritores, poetas y románticos mendigan por un trozo de pan...

Año 2030 ¿Serías capaz de recordar quién fui? ¿Te acordarías de mi forma de caminar, de reír o de acercarme a ti? ¿Reconocerías mi perfume? ¿Te reirías al pensar en la primera vez?
¿Podría yo reconocer algún lugar como nuestro? ¿Buscaría parecido alguno a ti en desconocidos? ¿Encontraría pistas que me llevasen hasta ti? ¿Podría imaginarme el tacto de esa cicatriz o el olor de tu pelo sin lamentarme?

¿Podría seguir intentando respirar sabiendo que habría dejado de hacerlo?

No lo creo.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Que me parta un rayo si te vuelvo a ver.

Como meter los dedos en el enchufe, caerse de bruces contra el suelo, rodar escaleras abajo.
Como una meningitis, un cólico nefrítco, una gastroentritis, una piedra en el riñón.
Como que te insulte tu mejor amigo, que una amiga ligue con tu chico o que no te inviten a chupitos.
Como torcerse un tobillo, romperse un brazo, que te saquen una muela.
Como perder el tren por segundos, perseguir el último autobús de la noche, pasar 2 horas en un atasco sin tabaco.
Como un pellizco en el culo, una patada en la tripa, un bofetón con la mano abierta, un dedo en un ojo o una colleja que provoca minusvalía.

Es posible sentir todo eso sin sufrirlo gracias a un recuerdo doloroso. Pero, ya sean buenos o malos, son los recuerdos los que nos permiten saber que un día estuvimos vivos y que aún seguimos estándolo.

martes, 25 de mayo de 2010

Adaptación al mundo real.

No hay nada más despreciable y vulgar que el puro conformismo. Siempre desde una postura contemplativa, siempre admirando la humildad del que consigue lo que quiere o envidiando la suerte del que encuentra lo que busca. Y ni siquiera esa envidia es capaz de despertar inquietud alguna en el cerebro dormido de quien se amolda a un mundo que le rodea y que, aunque le divierta en su mayoría, no le llena en su totalidad.

No somos conscientes de que el rumbo que toman las cosas varía hasta que el resultado es muy diferente del que esperábamos; el porvenir, una relación, nuevas experiencias, el orgullo de unos padres, un trabajo, el vínculo que une con un antiguo amigo...
La falta de iniciativa, la ausencia de orden y el caos que provoca una ambición que no tiene función confunden al que está perdido.
Es el conformismo el que priva de sentido común al que no quiere admitir esos cambios. O al que, por el contrario, espera que esos cambios traigan de vuelta lo que tuvo, ayuden a ganar lo que quiere o impulse a ser lo que espera ser.

Es el conformismo lo que nos hace dependientes de los demás.

viernes, 21 de mayo de 2010

A bailar con la orquesta del pueblo.

Tengo que admitir que el tema que ocupa hoy mi entrada quizá sea un poco inesperado, tardío y salido del contexto "ego-filosófico-pesimista" que suele definir a mi blog. Pero tengo que hablar del tema porque si no reviento.

¿Cómo es posible que Belén Esteban, fenómeno sociológico... por "derecho" y no por sus habilidades en la buena expresión y gran cultura, gane en un concurso de baile cuando lo único que ha bailado en su chabacana (y quizás ya demasiado larga) vida la Macarena?
¿Cómo es posible que compita en una final de baile con Edurne, ex triunfita y cantante de éxito no sólo por su voz, sino por sus curvitas y sus bailes?

Lo cierto es que no suelo seguir este tipo de programas y no suelo hacerme fan de nadie que se gane el éxito a costa de airear los trapos sucios de los demás, pero lo cierto es que este fenómeno llamado Belén me llama mucho la atención. Reconozco que no puedo evitar encender la televisión y cambiar de canal cuando me encuentro un programa rosa, pero si aparece "la Esteban", involuntariamente me quedo pegada al sofá y espero con ilusión un berrido, una contestación o un insulto que salga por esa inocente boquita y me revuelva las tripas.

Una cosa es eso y otra cosa es que traspase su papel del mundo del corazón y del espectáculo, que tanto le da de comer, al mundo del baile (y esperemos que no se anime a cantar también) dónde pasa por encima de los demás sin ritmo y movimiento.

Si, como dice ella, ha ganado porque le gusta al público y no por como baila... que se apunte a Gran Hermano.



Aquí dejo algunos vídeos que hablan por sí solos.







sábado, 15 de mayo de 2010

15 de Mayo

Sin decir nada está todo dicho.

viernes, 7 de mayo de 2010

Esto no es una canción de amor, es una cagada.

He dejado escapar muchísimas oportunidades por no meterme en terreno vedado o donde no me llaman. He gritado al cielo esperando que el viento se llevase palabras sin sentido y alguien se lo diera. He rezado y venerado a incontables dioses y a un único dios en busca de respuestas. He dejado de creer en ellos por permitir mi aislamiento en busca de razones que ni siquiera comprendo. He llorado en una habitación a oscuras buscando a tientas la mano que me protegía. He visto atardecer desde el mismo banco una y otra vez. He estado a punto de morir ahogada con una carcajada después de una semana sin reírme. He perseguido a un desconocido por creer reconocer un gesto. He llegado a taparme los ojos viendo mi película favorita por convertirse el algo empalagoso e irreconocible. He roto espejos con la rabia que despertaba una mirada que me trasladaba tiempo atrás. He llegado a querer y odiar al mismo tiempo, y a niveles tan altos que cortaba la respiración. He llegado a añorar de tal forma que dolía el pecho. He hablado sin pensar en las consecuencias y el daño que pudiesen causar mis formas. He alcanzado todos los límites...
Y los he sobrepasado.