Débil es la naturaleza humana por defecto, variable y gradualmente débil a través del tiempo.
Tiempo, temido por unos, aclamado por otros, enemigo de esa naturaleza, aliado de sentimientos bipolares; odio y amor, que sustituyen al resto en una pequeña fracción de segundo, que nubla la mente con la peor de las rabias o el más dulce de los apegos.
Fracción de segundo en la que el respeto acaba donde empieza el orgullo, un orgullo que esconde el miedo y el rechazo hacia esa debilidad que inevitablemente nos define. Fracción de segundo en la que el ego acaba donde empieza el cariño, la amistad o el amor, llámalo X, donde la primera persona del singular pierde la importancia que debiera tener, desintegrándose el escudo que protege de ataques que aprovechan nuestro punto débil.
Blanco fácil.
Como antagonista de esa "X" y haciendo frente a esa debilidad hay una cosa llamada precaución, que respaldada por la desconfianza, puede ser nuestra mejor defensa ante nuestros adversarios y semejantes, y llevada con mesura y conocimiento nos ayudará a llegar al final del camino sanos y salvos.
Pero como arma letal, la frialdad se lleva la medalla de oro, que no sólo nos conducirá hasta el final del camino sanos y salvos, sino gloriosos e invencibles, casi inmortales.
Tiempo, temido por unos, aclamado por otros, enemigo de esa naturaleza, aliado de sentimientos bipolares; odio y amor, que sustituyen al resto en una pequeña fracción de segundo, que nubla la mente con la peor de las rabias o el más dulce de los apegos.
Fracción de segundo en la que el respeto acaba donde empieza el orgullo, un orgullo que esconde el miedo y el rechazo hacia esa debilidad que inevitablemente nos define. Fracción de segundo en la que el ego acaba donde empieza el cariño, la amistad o el amor, llámalo X, donde la primera persona del singular pierde la importancia que debiera tener, desintegrándose el escudo que protege de ataques que aprovechan nuestro punto débil.
Blanco fácil.
Como antagonista de esa "X" y haciendo frente a esa debilidad hay una cosa llamada precaución, que respaldada por la desconfianza, puede ser nuestra mejor defensa ante nuestros adversarios y semejantes, y llevada con mesura y conocimiento nos ayudará a llegar al final del camino sanos y salvos.
Pero como arma letal, la frialdad se lleva la medalla de oro, que no sólo nos conducirá hasta el final del camino sanos y salvos, sino gloriosos e invencibles, casi inmortales.
Aprovecho para citar algo que dijo una vieja en una película:
"Todas las criaturas de este mundo mueren solas", si es así ¿por qué tanto cuidado y atención en dónde pisamos y a quién pisamos, si el fin es el mismo y el destino es común?
¿Pero qué sentido y credibilidad tienen mis palabras, si digo que no voy a actualizar en un tiempo y actualizo al día siguiente?
En fin, ahora sí que cuelgo el cartel:
Muy a mi pesar.