lunes, 19 de abril de 2010

Galimatías

Cada segundo es más ridículo que el anterior y cada pensamiento nuevo aumenta desmesuradamente el nivel del absurdo de nuestra existencia. No hay ninguna razón por descubrir, ni una misión concreta por cumplir al dejar de respirar. Estamos aquí para experimentar el delirio que producen las pasiones, el mal sabor de boca tras una derrota, el dolor que ahoga cuando perdemos a alguien o el miedo que nos paraliza cuando somos nosotros los que se han perdido. Y poco más.


Hablar con propiedad, ritmo y buen gusto ayuda a justificar los medios que usamos para fines necesarios en apariencia pero idiotas al fin y al cabo, y que nos llevan a actuar de manera obsesiva, impulsiva y sobre todo de forma irracional.


El máximo disfrute y placer está en la autodestrucción -siento soltar una frase tan sombría, rara, extremista y puede que enunciada mal y pronto, pero si lo pensamos detenidamente, algo de razón llevará.
La adrenalina que corre por nuestras venas y la incertidumbre que nos acompaña en una situación extrema que puede acabar con finales muy diferentes nos mantiene despiertos y a la espera de un final trágico, "¿será hoy el día?". Sentirnos seguros en medio de una tarea sin ningún tipo de peligro cuyos posibles resultados conocemos está muy lejos de la destrucción.

Lanzo una pregunta al aire por si no ha quedado muy clara mi idea de la autodestrucción.

¿Quién puede sufrir una taquicardia, aún con el riesgo de que le estalle el corazón, debido a un sinfín de emociones de todo tipo?
  • a) un paracaidista
  • b) un estudiante aplicado
  • c) un macarra en una pelea
  • d) un borracho/drogadicto
Podría no haber una respuesta correcta, pues cada uno se divierte a su manera y para gustos los colores, pero si seguimos los pasos del exterminio de cuerpo y mente, nos quedaríamos con la a), c) y d). El estudiante aplicado no puede sufrir daño físico a no ser que se le caiga el techo de la biblioteca encima o ardan los libros que le rodean por una combustión espontánea. El resto sí.
El paracaidista sabe que puede caer mal, el macarra es consciente de la fuerza de su oponente, el borracho sabe que puede ahogarse en un vaso de vino y el drogadicto que puede pasarse de la raya. Y me atrevería a decir que ninguno de ellos lo hace por obligación.

Mera experimentación.


Existen normas morales o simples normas de educación que rigen el comportamiento y mantienen cierto equilibrio en la interacción humana, pero no tenemos más que salirnos de esa guía y actuar de forma inesperada e independiente para despertar una reacción distinta en nuestro "objeto de estudio".

El egoísmo, bien maquillado y disfrazado, es la materia prima y la curiosidad es el motor que nos hace jugar con los demás para descubrirnos a nosotros mismos.
Monísimas ratas de laboratorio y conejillos de Indias, tanto unos como otros. Todo para entender los misterios y sinsentidos que definen nuestra condición y se enfrentan al mundo a través de nuestro carácter.


La única ciencia verdadera es la vida misma.

domingo, 11 de abril de 2010

Nuevo blog

Me lanzo a la moda de los blogs a modo de álbum/book de fotos.
Lo que no quiere decir que deje a un lado la libertadcreativa.


http://patataflash.blogspot.com/
http://patataflash.blogspot.com/
http://patataflash.blogspot.com/
http://patataflash.blogspot.com/
http://patataflash.blogspot.com/



Y pongo el link 5 veces para que llame la atención y sea más vistoso.

miércoles, 7 de abril de 2010

El guardián.


Puebla de Sanabria. 27/03/10