lunes, 28 de septiembre de 2009

Chica veleta.

Joder, qué tiempo más loco ¿no? Tan pronto llueve como hace un calor aplatanante, por no hablar del viento. Es frustrante mirar por la ventana durante un minuto y no ver moverse una hoja y a los cinco minutos volver a hacerlo y ver los árboles doblados moviéndose como péndulos. Es lo que tiene el tener el escritorio en frente de la ventana y ser preocupadamante distraída.

Pero estoy segura de que esta locura meteorológica no tiene ni punto de comparación con mi locura emocional. Si llevara un anemómetro incorporado dejaría en evidencia a las "chicas del tiempo" debido a su independencia.


Me cago en diez, en la puta de oros y en la mar salada. Continuamente. Me arrepiento de decisiones tomadas, unas remediables y otras no tanto. Me cuestiono a cada paso que doy, si es lo correcto o es lo que realmente me conviene desde un punto de vista práctico o por el contrario desde una creencia hedonista. Y normalmente me equivoco.


Cada día creo más en ideas absurdas como el karma y en teorías abstractas como es la del "efecto mariposa".
No voy a centrar mi atención el más que usado y viciado término del karma, que como he dicho, me sigue pareciendo absurdo. Pero voy a hablar del otro concepto que me trae de cabeza últimamente desde mi limitadísimo conocimiento de física.

El "efecto mariposa" no es más que una anécdota para embutirnos la Teoría del caos a los catetos y cerrados de mente como yo y que nos podamos hacer una ligera idea del asunto pudiendo resumirlo en una sencilla frase... “Si agita hoy con su aleteo el aire de Pekín una mariposa, puede modificar los sistemas climáticos de Nueva York el mes que viene”.
Es sencillo, un pequeño cambio en un sistema "impredecible" provoca cambios enormes en un futuro relativamente próximo. -Te quedas con el culo torcido ¿verdad?-.

Creo que ésta idea podemos sacarla del contexto meteorológico y aplicarla a la vida humana. Viene como anillo al dedo.

Y no creo estar diciendo ningún disparate, puede que mi expresión y mi exposición sean pésimas, pero no es difícil de entender para cualquier mente paciente. Tampoco hay que ser muy sagaz para entenderlo. No es difícil adivinar que cualquier movimiento produce infinitas oportunidades o limitaciones, un millón de posibles objetivos y diferentes cambios a los que hay que amoldarse. No es difícil adivinar nada de esto si miramos desde la propia experiencia. Y desde esa experiencia una servidora ha conocido nuevas filosofías de vida y ha aprendido a quedarse quietecita y no tocar nada cuando haya un bicho cerca.


Soy lo que soy; una llorona, una hipocondriaca, una ordinaria, una pesimista y una miedica, y como tal no puedo traicionar mis instintos y mucho menos mis costumbres. Seguiré lloriqueando por los rincones, seguiré quejándome hasta hartar, seguiré soltando una burrada tras otra, seguiré viendo el vaso medio vacío y seguiré petrificada en el marco de la puerta hasta que alguien me de una patada en el culo.

Soy la misma, voy por el mismo camino, me rigen las mismas ideas a pesar de mi indecisa y cambiante forma de ser, y quiero lo mismo... pero recibo menos incentivos y la ilusión disminuye por momentos.

Ya la prisa no me condiciona. Tengo mucho tiempo por delante... o no, si así lo decido dejando a un lado la cobardía que me impide llevar a cabo algunos planes.



miércoles, 23 de septiembre de 2009

Paquirrín.

Gilipollez extrema. Conformismo absoluto. Sumisión radical.
Grandes rasgos y habilidades para una gran persona que "se abre paso" entre la multitud. De una persona que tocaba el cielo y ahora besa el suelo que pisa otro. De una persona marcada por la cobardía de no querer mirar lo que tiene delante y afrontarlo. El campo de batalla no es su lugar. Las luces intensas le hacen agachar la cabeza y esconderla bajo sus brazos, aunque quizás no con la misma intensidad que la pura verdad. Menudo ejemplo.

Pero tarde o temprano el ser humano aprende de sus errores, espabila con el tiempo y sabe deshacerse de todo lo que no le permite situar su salud y su bienestar en primer lugar.

Ella y nada más.



Y el que no consigue esto no se merece estar en la cima de la pirámide.






Vaya refrito, muchachos.


lunes, 21 de septiembre de 2009

Ni Alfredo...

Interesante la Noche en Blanco, interesante la melopea e interesante la resaca. Y no lo digo por exagerar y fardar de una manera ridícula y desesperada, pero la melopea fue tal que perdimos la noción del tiempo, la voz y la cabeza.




Aunque para interesante el partido de la selección española contra Serbia. La cosa prometía, y prometía mucho. Un partido ajustado, igualado, contra una selección "fuerte". Pero, a pesar de un enemigo con mucha mala leche, los españolitos se metieron en la maleta una victoria más que merecida, y tan arrolladora que llegó a ser aburrida. Lo peor de todo fue el aire de indiferencia que se respiraba en el ambiente por parte de los telespectadores y el espíritu de celebración que vagaba por las calles, ninguno.


Espero que el miércoles la expectación sea mayor que la de ayer, porque vuelven Joaquín Reyes y los muchachos. (A ver si es verdad)



viernes, 18 de septiembre de 2009

Titulares.


-Obama recibirá el 13 de octubre a Zapatero en la Casa Blanca.
-Cataluña ofrecerá la castración química a 40 violadores.
-La producción de vacunas de la gripe A es insuficiente, según la OMS.
-Detenido el empresario y amigo de Berlusconi que organizaba sus fiestas.
-Brad Pitt provoca el éxtasis en San Sebastián.
-ImPaurables.
-Un tornado deja cuatro heridos en Jávea.
-Pasarela Cibeles, de la Movida al siglo XXI.
-Música, turismo urbano, luz y naturaleza en la Noche en Blanco.


Así está el mundo, y yo en el sofá de mi casa con un dedo del pie roto perdiéndomelo todo.





Buenos días y feliz fin de semana lluvioso y frío.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Especie en extinción.

Tan activa como vaga, tan sonriente como cabizbaja, tan presumida como avergonzada, tan cordial como cernícala. Siempre con altibajos, cambios de humor repentinos presentes en el día a día, así es ella. Peculiar.
Podría pasarse horas y horas inmersa en una conversación sin pies ni cabeza, alternando los temas sin orden o sentido alguno, convirtiendo su idioma en una jerga incomprensible hasta para ella, riéndose de sus propios chistes y hasta respondiéndose a sus propias preguntas. Pues eso, peculiar.

Apenas se mira en el espejo, no por falta de tiempo, ni por falta de autoestima, simplemente por una absurda falta de curiosidad por lo que se pueda encontrar reflejado en él.

Le encanta hacer combinaciones abstractas e inconcebibles para el ojo acostumbrado a la armonía de los colores y texturas de la ropa y complementos y salir a la calle tan contenta con sus botines, unos calcetines a rayas de mil colores, con la camisa de su padre, unas gafas azules y rosas o con unos pantalones hechos trizas. ¿Hortera? No. "Tendencia incomprendida" le gusta calificarse a sí misma cuando tiene que defenderse ante espectadores heridos y descontentos.

Sus reflejos y su infinita capacidad de atención, hasta ahora desconocidos, le dan la seguridad necesaria para poder hacer el macarra sobre el asfalto. Adelanta por la derecha, hace temblar su auto por exceso de velocidad, y más vale que no haya un coche en su camino, por no hablar de los peatones. Agarra el volante con una sola mano, y si fuera hombre estoy segura de que conduciría con su miembro viril.

Le gustan los días nublados, el sol le quema los ojos y le arruga la frente, ¡agh!.
El frío, en su justa medida. El calor, ni mentarlo. La ecuación "calor + humedad = playa almeriense" le pone de los nervios y los pelos de punta, nunca mejor dicho, ya que consigue un aspecto bien parecido al de Tina Turner o al de Bonie M. Pero le agrada.

No le gustan las excesivas muestras de cariño y afecto, ya sean: besos, abrazos, miraditas, sonrisas complacientes o simple peloteo de personas consideradas: conocidas, compañeras, colegas, vecinas o hasta familia y amigos. El momento oportuno de llevar a cabo tal interacción humana con ella lo sabrán quienes tengan el merecido derecho o quienes realmente lo consideren necesario.

Siempre intenta tomar ejemplo de buenas acciones, y desecha las dañinas o perjudiciales, si antes no las ha guardado en el almacén por si algún día necesita planear una estrategia de ataque contra algún desalmado.

Habla de ella en tercera persona, supongo que por darle cierto toque de misterio a sus relatos, narraciones, cuentos o experiencias recogidas en unas memorias que hablan de su paso por esta villa del Señor.

La pedantería es algo que le atrae irremediablemente y el inventar palabras le entretiene, cree convertirse en una erudita y así cree ser distinguida.

Su ego es su mejor aliado, y a veces su peor enemigo, convirtiéndola en una inconsciente neurótica y amante del egocentrismo más elemental, llamado por otros simplemente "afán de protagonismo". A veces, es tal la obsesión que se convierte en algo enfermizo. Qué vergüenza, por Dios.

La avaricia le corroe, los planes de futuro ambiciosos le vuelven loca, más que ir de compras. La simple idea de imaginar como sería el alcanzar las metas que se propone hace que un escalofrío le recorra la espalda, se le caiga la baba, se coma hasta las uñas de los pies y le entren espasmos de puro gusto.

Nunca rechaza un cumplido, ni le ve ningún mal al reconocimiento ajeno de un acto o una habilidad personal, pero no necesita todo eso para darse cuenta de su inteligencia superlativa y su cualidades innatas y aprendidas a lo largo del tiempo, por supuesto, sin esfuerzo.
Tanta autoindulgencia le trae problemas, se pasa de lista tres o cuatro pueblos y ni si quiera queda a la altura del betún. Bocazas.

La modestia nunca fue su fuerte. Pero sí la ironía.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Homo erectus.

900 años de vida y aún no se ha caído, ¿cómo es posible que una torre de 15000 toneladas que está inclinada hacia el suelo como si hiciera una reverencia no se derrumba por su propio peso aplastanto todo lo que hay bajo sus pies y nosotros apenas somos capaces de soportar sin consecuencias el peso de una pequeña carga?
No tenemos nada más que fijarnos en alguien que está descargando unas cajas del camión, en el butanero mientras arrastra una bombona, o en los chulitos de gimnasio que demuestran su "fuerza bruta" levantando pesas con 20 quilos de más. Concentraos en sus caras.
Y ahora, para facilitar la comprensión de lo que intento decir, coged algo muy pesado, ya sea un hermano, la televisión de la cocina, la enciclopedia del salón, 8 cartones de leche u 8 botellas de Coca-Cola... Pesa ¿eh? Vuestra cara tiene un rictus ridículo, ¿verdad? Y ¿a que es imposible mantener la postura completamente erguida? Y ahora, por tontos os duele la espalda... ¿Y la puñetera torre, maravilla de la creación humana, no se cae? Si yo misma me caigo si me bajo de mi "Cañonero" sin llevar nada en las manos. El equilibrio, señores.


Todos tenemos limitaciones y límites de acción, y cuando los alcanzamos es el momento de frustaciones, rabietas, berrinches y por supuesto, un pánico desesperado. Mi límite es muy bajo, y no es raro que nos encontremos a menudo, somos buenos colegas, desde luego, pero me trae de cabeza. Me lo he vuelto a encontrar y hemos mantenido una conversación. Hemos hecho un trato, va a crecer y va a evitarme todo lo que pueda y yo voy a intentar no llevar nada encima cuando note que se está acercando. Y así, no perderé el equilibrio y no me caeré por mi propio peso y el de mi carga.


Por cierto, lo mío con las cámaras de fotos es algo... no inexplicable, pero sí paranormal. Ya van cuatro. Creo que alguien está intentando decirme algo.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Sigue el camino de baldosas amarillas.

Será cosa de los años, que pesan y me van haciendo cada vez más vieja y sensible ante los cambios y de altura, presión y temperatura. Las montañas rusas eran mi columpio favorito en los parques de atracciones, tomando preferencia frente al típico tíovivo o la mítica noria; todo lo que se mueve en círculos me marea, pero ¿a quién no le marea dar vueltas? Y ahora, lo que me revuelve las tripas es caer cien metros en picado, subir otros cien, girar 360 grados en menos de un segundo o superar la velocidad de la luz sentada en un vagón sujeta por un simple cinturón. Cuando era chiquitica reía a carcajada limpia y hoy sólo no puedo descojonarme sino que no puedo abrir la boca. "No se me vaya a salir un pulmón, o lo que es peor, el corazón."

Aunque la sensibilidad y la irascibilidad que se ha aumentado en mí no es meramente una cuestión física. Puedo aguantar el peso de toneladas de plomo, pero no aguantaré el peso que tienen las muestras de afecto, la presencia y el efecto del cariño o la agonía y el vacío que provocan su ausencia



Dicen que el que algo quiere, algo le cuesta, que la insistencia y la constancia algún día darán sus frutos, que "el amor son tres flores que se riegan a diario" y demás moñigadas de esas; pero yo quiero demasiado y pocos son los recursos y las ganas que tengo, ser constante no es una de mis cualidades y mejor no hablar de mis plantas...


Como ya he dicho los cambios repentinos y sin previo aviso de un estado no es algo que soporte con facilidad. Nunca me gustaron las sorpresas, prefiero tener conocimiento de lo que va a pasar a continuación, disfruto con las situaciones predecibles aliñadas con pequeños detalles que varían mínimamente provocando en mí algo parecido a la única sensación de sorpresa que soy capaz de asimilar.


Podría pasarme el día lamentándome y alegrándome por todo lo que ha cambiado en mi vida. Podría pasear por el parque con mi música al máximo volumen destrozándome los tímpanos. Podría pasarme una noche entera entre esas cuatro paredes grafiteadas y destruidas por el paso de los venados y los cazurros de pueblo, borracha como una cuba y ahumada como un salmón, rebozándome por el suelo, saltando de un lado para otro, hablando con unos y con otros, cantando la canción más absurda y pegadiza del verano. Podría ir a echar una pachanga con los cuatro gatos que se aburren en sus casas. Podría leerme un libro entero. Podría ir a trabajar con mi mejor sonrisa, hablar con mis compañeros, conocerlos y hacer el moñas con ellos. Podría pasarme un día entero viendo las películas más malas que tengo. Podría pasarme las horas muertas imaginando miles de viajes. Podría fumarme una cajetilla de tabaco en un día de aburrimiento extremo, muchas cosas que hacer y poca iniciativa presente. Podría soñar con tiempos mejores.

Podría hacerlo. Y así lo hago y así lo haré.

El tiempo dedicado a cada persona no será más del que se merezca, tanto en mi cabeza, como en mi agenda. Y así, seguirán sucediéndose mis días hasta que encuentre la estabilidad y el equilibrio que tanto necesito.


Ni "Superman", ni "Dragon Kan", ni "Wild Wild West", ni "7 Picos", ni "Abismo"; te espero en el banco del lago. Con los pies en la tierra.