No hace falta someterse a complicadas pruebas de habilidad y destreza para parecer un completo idiota. No es necesario irse muy lejos para abandonar lo que tanto nos importa. No tenemos por qué insultar a nadie si sabemos como hacerle la zancadilla y que parezca un accidente.
Mostrar un inexpresivo semblante ante una imagen que dejaría sin aliento al mismísimo diablo no es tarea fácil, es casi imposible. También lo es tratar de transmitir una falta de asombro ante algo que nos es totalmente inexplicable e impredecible. Al igual que mantener la cabeza alta con el riesgo de sufrir una explosión en los ojos al cargar con un orgullo herido y hundido.

Buscar una razón para cada acción o cada situación es una pérdida de tiempo. Y aunque sea un planteamiento común; el tiempo de cada persona no es infinito. Puede que a unos les sobre de tal forma que no sepan que hacer con él y puede que a otros les falten segundos para mirarse al espejo.
Y, tras considerar que darle explicación a todo es una pérdida de tiempo y situarme en el grupo de los afortunados desocupados, termino por no pensar demasiado en la fuerza mayor que me hace levantarme de la cama cada mañana o entender que hay detrás de la intención de hablar con mi perro.
Mi falta de actividades rutinarias ha derivado en un continuo ir y venir de ideas que no terminan en nada. La falta de disciplina me deja tirada en el sofá mientras mi mente se entretiene con la lectura. Revistas de moda, ocio, psicología, música, decoración y libros de ciencia ficción, novela, narrativa, poesía... No son más que paja que rellena mi ahuecada cabeza y hace que estalle en un intento fallido de instrucción.
Si leer no funciona, las películas son la segunda opción, pero pocas de ellas llegan a su final.
Tercera opción: series de televisión, que siguiendo el ejemplo de la segunda opción, rara vez me revelan su misterio en el último capítulo.
Mostrar un inexpresivo semblante ante una imagen que dejaría sin aliento al mismísimo diablo no es tarea fácil, es casi imposible. También lo es tratar de transmitir una falta de asombro ante algo que nos es totalmente inexplicable e impredecible. Al igual que mantener la cabeza alta con el riesgo de sufrir una explosión en los ojos al cargar con un orgullo herido y hundido.

Buscar una razón para cada acción o cada situación es una pérdida de tiempo. Y aunque sea un planteamiento común; el tiempo de cada persona no es infinito. Puede que a unos les sobre de tal forma que no sepan que hacer con él y puede que a otros les falten segundos para mirarse al espejo.
Y, tras considerar que darle explicación a todo es una pérdida de tiempo y situarme en el grupo de los afortunados desocupados, termino por no pensar demasiado en la fuerza mayor que me hace levantarme de la cama cada mañana o entender que hay detrás de la intención de hablar con mi perro.
Mi falta de actividades rutinarias ha derivado en un continuo ir y venir de ideas que no terminan en nada. La falta de disciplina me deja tirada en el sofá mientras mi mente se entretiene con la lectura. Revistas de moda, ocio, psicología, música, decoración y libros de ciencia ficción, novela, narrativa, poesía... No son más que paja que rellena mi ahuecada cabeza y hace que estalle en un intento fallido de instrucción.
Si leer no funciona, las películas son la segunda opción, pero pocas de ellas llegan a su final.
Tercera opción: series de televisión, que siguiendo el ejemplo de la segunda opción, rara vez me revelan su misterio en el último capítulo.

3 comentarios:
Deberías retomar tus lecciones de guitarra...
con qué guitarra?
será ahora ese el problema....
Publicar un comentario