Poco a poco se fue apagando la llama, poco a poco dejamos de ser uno para ser dos, tres o cuatro y poco a poco empecé a recuperar el control de mi vida.
Tú me apartaste sutilmente de tus planes, yo te eché a patadas de los míos.
Han pasado unos meses, y creeme, no he sentido ni un ápice de nostalgia, aunque realmente no creo que lo haga nunca. Si lo hago me apagaré un cigarro en la mano.
Han pasado unos meses, y creeme, no he sentido ni un ápice de nostalgia, aunque realmente no creo que lo haga nunca. Si lo hago me apagaré un cigarro en la mano.
Con suerte y algo de ayuda -todo hay que decirlo- mis sentimientos hacia tí tuvieron una muerte rápida e indolora. De la noche a la mañana pasaste a un último plano y en contadas ocasiones entrabas en escena. Hasta yo me asustaba de la poca sensibilidad que mostraba... y estoy siendo generosa.
Mis hombros se relajaron, pues estaba libre de carga, cargos, culpa y sobre todo, lastre. Era libre, cual pájaro. Y este pajarillo voló muy, pero que muy lejos. Dos días más tarde estaba durmiendo fuera del nido -detalles y bromas aparte.
Siempre he creído que de todas las personas se puede exprimir algo de jugo, manteniendo el equilibrio del organismo de una forma agria, dulce o agridulce, pero esta vez tengo que retractarme... Y es que, bonachona de mí, te he dado la oportunidad o he perdido el tiempo de devanarme los sesos y quemarme alguna que otra neurona en busca de algo que mereciera la pena de tí y no he encontrado nada beneficioso. Sólo has conseguido cortarme la digestión.
A modo de halago debo decir que echaré de menos las íntimas, pasionales e "instructivas" escenas de cama, a modo de insulto tengo que añadir que será lo único que eche en falta.
Sí, soy una tipa muy dura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario