Ya lo dijo el maestro; "a base de palos se aprende", y así es, el ser humano aprende de sus errores, pero como es un animal idiota y absurdo, aprende pero olvida. Si se educara como en los viejos tiempos otro gallo cantaría, vara en la mano y colleja al canto, las cosas quedarían más claras y los conocimientos se asentarían de forma mucho más considerable.
Es un mal muy común el beber hasta perder el conocimiento, y hasta que no llega ese punto, en el que viajamos a mundos insospechados, no nos despegamos el vaso de la mano.
No es difícil adivinar cuando nos vamos acercando a la frontera; si articular palabra resulta una tarea complicada y mover los pies de manera rítmica se vuelve algo imposible, va siendo hora de dejar el tema a un lado y guardar las apariencias manteniendo la compostura y sobre todo, el equilibrio.
Parece ser que el que lleva el estado de embriaguez con más estilo y disimulo que el resto, aparte de ser más guay, se gana el puesto de macho alfa en la manada y es condecorado con la medalla de la elegancia y el saber estar.
Y si ya han llegado a meta, ser el segundo no es menos gratificante. Decir "no" al último chupito y que no lo tengan que decir por tí es un paso. Levantarte de la silla, cama, sofá o taburete sin ayuda es otro pequeño paso.
Evitar dejar huellas y pruebas evidentes en fotos de la melopea que acabará con la propia vida es el paso clave. Y que tus discursos sean entendibles y tus argumentos en los debates tengan cierto fundamento es el empujón que rematará la carrera.

La embriaguez... Para la élite de los más cultos de este país -en lo que a letras se refiere- bajo el apellido RAE:
1. f. Turbación pasajera de las potencias, exceso con que se ha bebido vino o licor.
2. f. Estado producido por una intoxicación de gas, benzol, etc.
3. f. Enajenamiento del ánimo.
2. f. Estado producido por una intoxicación de gas, benzol, etc.
3. f. Enajenamiento del ánimo.
Para la gente de a pié; el estado de máxima y eufórica felicidad que se puede experimentar temporalmente y que transforma al más sieso en un Don Juan, al más tonto en culto, al más listo en un ignorante de poca monta, al más megalómano en un pusilánime enano del bosque y al más rico en un pobre mendigo.
Los enemigos firman tregua y no se separan en toda una noche, las declaraciones de amor son más fáciles de decir, las verdades no se atragantan y salen por sí solas, la vergüenza se cae por la alcantarilla y la opinión pública importa un carajo.

Conclusión: "Moriremos jóvenes pero contentos".
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