Levantarse una mañana y sentir calor, color en los mofletes y brillito en los ojos. Lanzar una moneda al aire y ver la cara esperada. Deshacerse de todo complejo, culpa o lastre de cualquier tipo. Abrazar la locura transitoria y disfrutarla sin vergüenza alguna. Reírse de uno mismo. Premiar siempre con una sonrisa o un comentario oportuno. Cruzar la delgala línea que separa lo real de lo absurdo. Querer perder el tiempo en algo productivo a plazos indefinidos. Acumular trastos inservibles. Leer libros y revistas técnicas fingiendo entender cada uno de los vocablos que componen sus páginas. Creerse un intelectual y padecer diarrea verbal. Darle la mano a la autorrealización y la autoexigencia pasiva. Reflejar en el espejo lo deseado. Ser tan obtuso pero a la vez ir tan sobrado que dar explicaciones resultaría ofensivo. Vestir una honestidad y una modestia insultantes. Contradecirse hasta el ridículo y perder la poca credibilidad de la que puede presumir el ser humano. Aceptar o tener ideas idiotas. Beber hasta perder el conocimiento y pasar la noche con extraños. Vivir en un completo desorden. Desechar todo recuerdo inútil. Seguir adelante... como los de Alicante.
-¿Qué?
No hay comentarios:
Publicar un comentario