lunes, 5 de octubre de 2009

"Entre Lisboa y Madrid"

Llegados a este punto, hay ciertas ideas que he desechado, como términos y conceptos que han desaparecido de mi vocabulario. Ya no utilizo palabras como amor y odio, puesto que carecen del sentido que tenían antes para mí en cualquier contexto.
Ya no tengo la voluntad de despreciar a nadie, como tampoco puedo darme cuenta si soy capaz de querer a alguien más que a mí misma.

Todo lo que pueda relacionarme con una persona no irá mas allá de aquellos límites que al traspasarlos puedan causarme daño alguno.

Digamos que se ha cortado la conexión entre el entorno en el que se mueven los demás y la fibra que me hace sensible a ellos y sus acciones. Digamos que me he convertido en algo así como un vegetal, o incluso un juguete roto.

Quisiera culpar de esto a quien, conscientemente o no, me ha dejado una huella que con el tiempo espero que se haga invisible y apenas note la presencia de esa herida que me ha provocado con un hierro ardiendo y pueda recuperar ese agradecido afecto que, en estos momentos, no siento hacia practicamente nadie.

Al igual que esa marca, espero que su nombre cicatrice con el tiempo y apenas lo recuerde.

Ahora no se que me duele más, si el haber sentido algo o haberlo perdido y no esperar -o querer- encontrarlo.





Eso sí, me lo paso en grande. Disfruto cada día de las buenas y malas compañías, aunque no sepa lo que harán de mí.

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