
Demasiado tiempo libre y poco o nada organizado.
Me gustaría saber que fue de aquella niña que apenas se
distraía, que rara vez se perdía, que se adelantaba a los acontecimientos, que sabía valorar cada mínimo detalle.
Ese tiempo libre debería emplearlo en invocar a ese espíritu infantil y hacerlo volver para tenerlo como guía.
La inteligencia de una persona y su madurez toman verdadera forma cuando es capaz de separar todos los ámbitos de su vida, cuando es capaz de aislar lo que impide el correcto desarrollo de su día a día y por su puesto, la búsqueda de esa utópica felicidad, y eliminarlo.
Pero mi incompetencia no me permite distinguir ese impedimento, y si lo ha distinguido entonces es mi yo-emo y autodestructivo el que no quiere hacerlo desaparecer.
Y ya no quiero hablar de mi estado febril, que no me ayuda nada, y además, asusta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario