Al borde del paro cardiaco o con un pulso sobradamente sosegado. Así se suceden mís días en los últimos meses.
La ilusión, a la par que un pequeño e interminente vacío y alguna que otra duda están muy presentes en mi vida.
Manos frías, uñas comidas y descoloridas, incapacidad para andar erguida y alguna que otra herida de guerra no son más que síntomas o secuelas de una enfermedad que me persigue desde hace años... la desgana. Una inoportuna desgana que siempre aparece por la puerta cuando menos me la espero.
La ilusión, a la par que un pequeño e interminente vacío y alguna que otra duda están muy presentes en mi vida.
Manos frías, uñas comidas y descoloridas, incapacidad para andar erguida y alguna que otra herida de guerra no son más que síntomas o secuelas de una enfermedad que me persigue desde hace años... la desgana. Una inoportuna desgana que siempre aparece por la puerta cuando menos me la espero.

Ni la música, ni la lectura, ni la caja tonta son capaces de evadirme y sacarme del agujero en el que caigo muy a menudo.
Puede ser la distancia que separa dos puntos en la tierra, puede ser el no tener prácticamente nada que hacer, puede ser aburrimiento o diversión en exceso, puede ser culpa de eso que llaman melancolía, puede ser pura ambición o falta de iniciativa, pueden ser limitaciones, puede ser cosa del ego... Pero prefiero quedarme con la necesidad de acabar con esa distancia... al menos una vez por semana.
Puede ser la distancia que separa dos puntos en la tierra, puede ser el no tener prácticamente nada que hacer, puede ser aburrimiento o diversión en exceso, puede ser culpa de eso que llaman melancolía, puede ser pura ambición o falta de iniciativa, pueden ser limitaciones, puede ser cosa del ego... Pero prefiero quedarme con la necesidad de acabar con esa distancia... al menos una vez por semana.
1 comentario:
Peor que la distancia es el masoquismo...
jajaja
¡es broma!
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