martes, 10 de noviembre de 2009

Momento de duelo y silencio.

Decir adiós es algo muy duro, claro que nadie dijo en ningún momento que fuera plato de buen gusto. La muerte forma parte de la vida y debemos hacernos a la idea.
Decir adiós es duro cuanto es repentino, cuando es inesperado, cuando es definitivo... Es duro cuando quedan cosas por hacer y no se ha dicho todo o no se ha dicho nada.

Sería más facil y llevadero si fuera creyente, puede que hasta me arrepienta de no serlo. Sería más fácil si creyese en divinidades, en el Bien Supremo o en la vida eterna. Pero no es así, no creo en las verdes praderas del Señor, ni en los ángeles o arcángeles, ni en el cielo o en el infierno. No creo en nada. Para mí no habrá salvación.

Quizás sea por eso que la fortaleza con que afronto esto no es la misma que la que pueda mostrar su persona más cercana.

La muerte de un ser querido puede derivarse en dos situaciones totalmente diferentes; puede unir a las familias o por el contrario separarlas. Eso es algo que sólo el tiempo puede determinar.
El tiempo siempre tendrá la última palabra.


8 de Noviembre de 2009. Te fuiste apagando poco a poco y una parte de nosotros lo hizo contigo.

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