Por muy intenso que haya sido lo vivido, tanto placeres como disgustos, hay veces que es mejor dejarlo pasar, para hacer que tu vida merezca de nuevo la pena, de un modo u otro y evitar ser mal ejemplo de un estancamiento destructivo.
Ya se sabe, lo pasado, pasado está.
Las personas cambian, o por lo menos su apariencia, y las apariencias engañan, por lo que los listos prefieren mantenerse al margen y los tontos se fían de ellas. Yo no sabría donde situarme, supongo que en un punto intermedio, ya que a mí no me van los extremos y sí las medias tintas.
Aparecen nuevas oportunidades, encontramos nuevos caminos y otros rumbos que seguir. O al menos de eso intento convencencerme. Es en esa nueva vida, tan prometedora y jugosa ella, en la que no hay lugar para lamentos, no hay ni un sólo pensamiento ni memoria dedicada a los que se dejan atrás. Y eso, aunque me duela, ha de ser así - el ciclo de la vida me gustaría llamarlo.
El momento de deshacerse de todo sentimiento que te ha hecho perder el norte y de todo lo que te une a una persona, llega, y cuando lo hace, el tiempo pasado, como si de una vocecilla se tratara, hace difícil elaborar un duro, pero necesario plan maestro. Una vez que eres consciente de todo lo que te rodea y andas sobre suelo firme, comienzas a llevar a cabo tu plan. Y aunque sientes un pequeño vacío y una parte de tí se queda anclada en esos días, haces todo lo posible por callar a esa vocecilla y sigues adelante. Como los burros.
La experiencia te ha convertido en una persona opuesta a lo que hubieras deseado; eres débil, capaz de arrastrarte hasta dejar el suelo limpio como la patena y hacerle competencia a la Ballerina, no puedes evitar ser dependiente, e inconscientemente dañina. Te desprecias hasta más no poder, y desprecias a todo el que está cerca, culpando a las personas que te han metido en el atolladero y que huyen con el rabo entre las piernas. Hacen bien, han encontrado su camino hacia la felicidad o la salida de su agobiante mundo, qué se yo. Ya correré la misma suerte yo también, aunque no estoy muy segura de ello. De momento buscaré las formas más absurdas de reciclarme.
Llegado el momento, las palabras que definan tu estado son inexistentes, tras de tí no hay más que un gran espacio en blanco de varios años y un vacío que da vértigo. Te desprendes de todo cuanto has querido o has creído querer, agarrándolo con uñas y dientes. Finalmente desaparece, dejándote con una lista de emociones que te desgarran por dentro; rabia, impotencia, confusión, ingenuidad, vergüenza, tristeza, miedo, decepción... Y luego, nada.

Adoro el drama, pero no me preocupa ahogarme en un mar de sentidas lágrimas, todos tenemos nuestro salvavidas... ¡Ah! Y un paquete de pañuelos.
2 comentarios:
Bonito nuevo aspecto.
Bonito nuevo aspecto.
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